Sueño que voy corriendo por un sendero en el bosque, donde me ciegan los rayos del sol que se cuelan entre las copas de los árboles. Avanzo, porque sé que está allá, al fondo, esperándome detrás de la puerta corrediza. Mi papá tiene un bigote nuevo, campera de cuero y boina ladeada al costado, todo negro.
Fui niña, y como muches niñes más, crecí en el exilio. Otra cultura me atravesó. Al volver, ya no sentía pertenecer a ningún lugar. Hablaba muy mal el argentino, no conocía ni a mis abuelos ni a mis primos. Yo creía que mis raíces eran de nieve. Pero no, eran de viento seco, pampeano. Pertenecer a ningún lugar.
Heredé el exilio de mi familia, y eso no fue fácil. Migrar es doloroso, culposo e inexplicable. Este video lo realicé para el 24 de marzo 2020 que nos encontró dentro de casa por el aislamiento preventivo y obligatorio.