Con algo más de 20 años y sin poder siquiera comprender lo que sucedía a mi alrededor, yo intentaba construir en mi imaginario una familia.
Fuimos disfuncionales y amorosos. Despojados y alentadores. Pero sobre todo, mi familia fue un tejido doloroso, lleno de buenas intenciones. Esa guerra que siempre tuvimos fue heredada.
Fuimos hijos, adultos extraños comportándose como niños, con ganas de vivir algo que nunca pudimos tener.
Fiel al estilo de álbum familiar, estas fotos son, en su conjunto, lo que para mí representó a mi familia en los 2000. Son imágenes que vienen a devolverme la posibilidad del amor, la de no olvidar de dónde venimos, y el intento de engrosar el vínculo.
La Pampa, fotografía analógica, 2003.